domingo, abril 07, 2013

LA "MÁSCARA CLANDESTINA" DE LA ESCRITURA EN SI MAÑANA EL TIEMPO NOS AGUARDA


Por Jorge Ladino Gaitán Bayona
(Profesor de la Universidad del Tolima,
Doctor en Literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile,


Maurice Blanchot señala en La escritura del desastre: “el desastre es aquel tiempo en que ya no se puede poner en juego, por deseo, ardid o violencia, la vida que se procura” (1990: 41).  Es tema y tono para que se dé una estética de la conmoción: sacude al lector no sólo con imágenes ingeniosas y contundententes, sino también con una visión desencantada sobre el sinsentido del ser y del tiempo. Allí los versos tocan las heridas  del desamparo, la soledad y el hastío; quien lee siente el “dolor tajando, despedazando” (50). El desastre “como fuerza de escritura” (14) lleva el lenguaje a “la intensidad del desfallecimiento” (14) y se alcanza el “llorar sin lágrimas” (25).  Esto último cobra enorme sentido pues indica que el tema no puede sacrificar la forma y que esa visión oscura de la vida no se expresa en quejidos del sentimiento en bruto (la evidencia ramplona de las lágrimas), sino que está sometida a un tratamiento estético desde alusiones, metáforas y figuras retóricas que recrean la tristeza, el fracaso y el estado terminal de la existencia.

En las coordenadas antes mencionadas se sitúa Si mañana el tiempo nos aguarda, de la escritora tolimense Esperanza Carvajal Gallego. Este libro de poemas, editado en febrero del 2013, es el número 96 de la colección Viernes de Poesía, de la Universidad Nacional de Colombia. Esta publicación, adelantada por la más importante institución de educación superior en el país, es un reconocimiento a una autora que desde el primero hasta el último de sus libros ha tenido una preocupación por abordar temas ajenos al idilio, sin descuidar el rigor con el lenguaje y la musicalidad. En Esperanza Carvajal hay trayectoria y fuerza en la voz poética. Junto al libro mencionado se encuentran también El perfil de la memoria (1997), Las trampas del instante (2005), Festín entre fantasmas (2008) y Peldaños para escalar la noche (antología, 2010). Aparte de su presencia en varias antologías de la lírica tolimense, se destaca su inclusión  en la Antología de la poesía colombiana (1931-2011), de Fabio Jurado Valencia.

Resalta Blanchot  en su libro que  pasado, presente y futuro se funden en una ruina devoradora. Los días venideros están despojados de salvación.  Si mañana el tiempo nos aguarda anuncia desde el título desconcierto y más adelante los poemas advierten que cada día es desecho y los instantes tienen filos: “Todos los días/ se arrojan a la caneca/ como un desperdicio más/ expuesto a los saqueadores de la luz/ que no encuentran nada útil a su existencia” (Carvajal Gallego, 2013: 17); “Este permanente caer./ Infame tarea de la navaja/ en inmediaciones de la noche” (19). Por esa conciencia del tiempo como condena y despojo es que los símbolos de luz ya no entrañan la idea de redención, sino evidencia del hastío y de las muertes lentas del ser en medio de la costumbre: “El silencio es sufragio de la luz”; “Ahora que portas la lámpara del miedo/ no mides la estatura de la soledad” (20); “Nadie llama a la celda de los condenados/ ni atiza  el fuego de sus cadenas” (25) “¿Para qué la luz/ si no vemos el día?” (38).

Una escritura del desastre no cree que cuando se toca fondo empiece el ascenso. Siempre se puede caer más bajo de lo que se piensa; el fondo tiene otro y así sucesivamente, como un infinito  juego de cajas chinas de la melancolía: “El desastre vuelve, siempre desastre después del desastre” (Blanchot, 1990: 13). En Si mañana el tiempo nos aguarda no tiene cabida la esperanza y si aparece nombrada es para cuestionarla, mostrarla como veneno, traición, ardid de la miseria y de la mala suerte. Al respecto nos dice la poeta: “Hemos quedado ciegos/ de esperar lo inaplazable/ a merced de una esperanza maltrecha” (5); “Fingir que no pasa nada/ cuando nos traiciona la esperanza” (Carvajal Gallego, 2013: 22).

Una visión existencialista late en los poemas de Esperanza Carvajal. Por ello se mencionan caídas y abismos; no en vano la poeta habla de “esa mirada de precipicio” (35). Los versos instauran en la palabra seres que se sienten arrojados a la vida y esta se regodea haciendo larga su tarea: “El tiempo gota a gota/ cobra su cuota de eternidad” (36). Todo va en cámara lenta haciendo angustioso cada momento; los minutos y las horas se mastican con desgano porque “dentro llevamos el reloj que nos oprime” (37). La idea del tiempo como verdugo se insinúa en las páginas del poemario; el victimario prefiere la tortura y evita la muerte rápida; de ahí su agrado por las armas de filo y por dejar heridas que sangran cada vez que la víctima hace un mal movimiento: “Abro la puerta de una herida/ como quien olvida cerrar/ el grifo de la sangre” (15). ¿Qué hacer entonces cuando todo está perdido? ¿Si “la vida  es un exilio permanente” (8) qué casa resulta segura? ¿Se puede despistar al tiempo con máscaras que siempre terminan repitiendo la desazón y la desesperanza? La poeta concluye al respecto en “Asumo la máscara clandestina”:

Asumo la máscara clandestina
robada a la costumbre:
cada noche pongo a salvo
el sueño que roe el agujero de las desdichas.
¿Qué importancia tiene morir y resucitar a diario
si nuestro cuerpo elige otra trayectoria
y obliga a envejecer con indolencia?
Habitaré la casa que nunca construimos,
porque a estos ojos cansados
la lumbre ya no llega (31).


Referencias


Blanchot, M. (1990). La escritura del desastre. Caracas: Monte Ávila Editores.
Carvajal Gallego, E. (2013). Si mañana el tiempo nos aguarda. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

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Para efectos de citación: Gaitán Bayona, Jorge Ladino (abril 7 de 2013). La escritura del desastre en Si mañana el tiempo nos aguarda. Facetas, cultura al día de El Nuevo Día, el periódico de los tolimenses, p.p. 2-3.

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