domingo, julio 01, 2012

DICTADURA Y METAFICCIÓN EN UNA MISMA NOCHE


Por Jorge Ladino Gaitán Bayona
(Profesor de la Universidad del Tolima,
Doctor en Literatura de la Universidad Católica de Chile, jlgaitan@ut.edu.co).


La última dictadura militar argentina (1976-1983), sus torturados y desaparecidos, pero también las dificultades del duelo en las generaciones supervivientes, sigue siendo revisitada en nuevas voces narrativas. Prueba de ello es Leopoldo Brizuela (La Plata, Argentina, 1963) con Una misma noche, ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2012, cuyo jurado estuvo integrado por Rosa Montero, Montxo Armendáriz, Jürgen Dormagen, Antonio Orejudo, Lluís Morral y Pilar Reyes (con voz pero sin voto).  Previamente Leopoldo Brizuela había publicado el libro de poemas Fado (1995), el libro de relatos Los que llegamos más lejos (2002) y las novelas Tejiendo agua (1985), Inglaterra, una fábula (1999) y Lisboa, un melodrama (Finalista del Premio Rómulo Gallegos en el 2011).
En Una misma noche, un narrador-protagonista (Leonardo Bazán), dedicado a la escritura de ficciones, da cuenta de cómo un robo en una casa vecina durante marzo de 2010 lo lleva a recordar, gracias a la similitud de ciertos mecanismos empleados por los delincuentes en concupiscencia con autoridades oficiales,  que en esa misma morada tendría lugar en 1976 uno de los tantos allanamientos de la dictadura que derivarían en ultraje, tortura y persecución a una voz disidente a los lineamientos del general Videla. La narración se bifurca entre un presente (2010) y un pasado (1976-1977) que dialogan, se tocan y se permean en su melancolía. En ambos tiempos el narrador refiere su desamparo y lo difícil que es burlar el miedo por más que se intente anteponer la belleza del arte: el niño Bazán que en 1976 se aferra al piano mientras su casa es ocupada por militares que desde allí aguardan la llegada de una vecina sospechosa (Diana Kuperman) se ha vuelto escritor y su primera reacción ante el robo del 2010 es hacer una novela: “Y yo, ¿no había seguido haciendo lo mismo, cambiando el teclado de mi piano por la máquina de escribir y después por la computadora, refugiándome en el arte de mentir mientras los demás matan?” (Brizuela, 2012, p. 163).
El arte que nace del horror y la idea de que ante los espacios íntimos amenazados (la casa-la patria) el último refugio es la morada que ofrece la ficción (planteamiento desarrollado por Teodoro Adorno en su Mínima moralia) laten en Una misma noche, novela de carácter metaficcional historiográfico en tanto se cumplen las siguientes condiciones: en sus páginas no sólo se cuentan hechos históricos, sino también la forma como ellos impulsan la creación literaria; la ficción desnuda sus mecanismos internos  (los hilos del relato), genera una profunda autoconciencia sobre el sentido de la escritura y desestabiliza las fronteras entre la ficción y la historia. Esta última no es vista con nostalgia, sino con rabia, desesperación y un alto sentido crítico, en tanto acá la metaficción pone a “la historia bajo sospecha” (Navarro, 2002, p. 210). Esa sospecha lleva a que la ficción no sólo cuestione los crímenes del dictador Jorge Videla, del comandante de la armada Emilio Massera y muchos militares durante un periodo sangriento que eufemísticamente se autodenominara Proceso de Reorganización Nacional, sino también situaciones reprochables que involucran a un autor canónico de la literatura argentina: Jorge Luis Borges cenando con Videla y recordando que en su saga familiar también había militares.
Se destaca en esta novela de Leopoldo Brizuela tanto su complejidad narrativa con sus analepsis y prolepsis (los saltos en el tiempo por la forma como la ficción narra un presente que salta al pasado y que, incluso, por momentos, proyecta un futuro), como también su forma de comprender el hombre y su historia más allá de ópticas reduccionistas del bien y el mal. En los juegos desquiciados de la guerra hasta las víctimas tienen momentos donde ofician como verdugos: Leopoldo Bazán confiesa que su progenitor era uno de los delatores del régimen (padre e hijo, con su silencio cómodo, terminarían afectando la vida de Diana Kuperman y su familia);  mientras el narrador protagonista recorre un museo de la memoria que antes fuera la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada, el principal centro de tortura y desaparición de la dictadura), no deja de sentir como ortodoxo el que la guía, al mencionar cómo la organización guerrillera los Montoneros retuvo y mató al general Pedro Aramburu (durante 1970), en vez de hablar de secuestro y asesinato, opte en forma sonriente por el término “ajusticiamiento: “-¿Cómo puede ser que en un lugar de muerte se ironice sobre la muerte? El horror de matar, de tener que matar… El horror que distingue al revolucionario del perverso… ¿Y qué habilita en cada uno, y en el mundo, el hecho de matar? ¿Quién puede frivolizarlo sino un idiota?”  (Brizuela, 2012, p. 245).
Una misma noche ofrece al lector en sus 276 páginas una ficción depurada en su lenguaje, rica en su propuesta metaficcional, en intertextualidades (con la propia literatura y hasta con archivos históricos) y en  recursos narrativos y técnicos (mapas e, incluso, una página donde las palabras ceden el espacio a un negro profundamente diciente dando cuenta de abismos insondables). El lector encuentra en ella una mirada desencantada frente a la dictadura militar nacida en 1976, uno de los traumas históricos más vivos de la sociedad argentina con juicios todavía pendientes y crímenes por aclarar; mirada que, en todo caso, ahonda en las culpas heredadas por las generaciones recientes y en lo complejo que sería desconocer que, aunque completamente reprochables fueron los delitos atroces de la extrema derecha con sus homicidios, expropiaciones de propiedades a contradictores y sus 30.000 desaparecidos, también la extrema izquierda en su lucha contra los excesos del poder terminó, ocasionalmente, pareciéndosele, ¿Cómo no recordar entonces a Nietzsche?: “todo aquel que luche contra monstruos, ha de procurar de que al hacerlo no se convierta en otro monstruo” (1994, p. 98).


LISTA DE REFERENCIAS


Brizuela, L. (2012). Una misma noche. Bogotá: Alfaguara.
Navarro, S. (2002). Posmodernismo y metaficción  historiográfica: una perspectiva interamericana. Valencia: Universidad de Valencia.
Nietzsche, F. (1994). Aforismos. Andrés Sánchez Pascual (selección, traducción y prólogo).  Barcelona: Edhasa. 


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El siguiente es el booktrailer de Una misma noche. Fue hecho por la Editorial Alfaguara (Argentina):




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