jueves, julio 13, 2006

UNA MIRADA A “PAYASO, MUJER Y PERROS”





Por JORGE LADINO GAITÁN BAYONA
(Integrante del Grupo de Investigación
de narrativa del Tolima de la UT
y Becario de la Facultad de Educación)


“Payaso, mujer y perros” es la única novela publicada de César Varón Nieto, quien nació en Líbano (Tolima) en 1926 y murió en Bogotá en 1981. Se trata de un sociólogo graduado de la Universidad Autónoma de México, con una especialización, en esta misma área, en la universidad de Buenos Aires. De su labor como sociólogo quedaron varios libros editados tanto en nuestro país como en Centroamérica. Se desempeñó en diversos cargos en ministerios colombianos y otras instituciones estatales.

“Payaso, mujer y perros” es una novela de 247 páginas publicada en 1980 por Ediciones Pijao. Es una obra en la que se narran hechos asombrosos que le ocurren a una mujer adinerada, a su madre y otros seres cercanos. El inicio nos presenta a Natalia Cartagena (la protagonista), una enamorada de su propio cuerpo, quien una mañana se levanta a contemplarse y descubre que le falta su mano izquierda. La búsqueda frenética la llevara a escudriñar durante días no sólo en los rincones más insospechados de su propia casa, sino en toda la ciudad, hasta descubrirla en un barrio sureño en medio de los desechos. Tras retornar la mano a la humanidad de su dueña, ésta se entregará desnuda a la lluvia y al sueño durante tres días y noches. Su hermana (Leonor) es una adolescente que, luego de despedirse de la ventana de su cuarto con una amorosa carta, se va de viaje por el Amazonas donde será devorada por una planta carnívora. La muerte arrastra a la locura a la madre y al llegar los restos, Natalia decide triturarlos en una tarea que le tomará más de un mes de obstinada labor. Este es apenas el primer capítulo de una historia en la que la imaginación se ve convocada y, a veces forzada, a configurar episodios donde lo insólito y lo onírico son las características recurrentes en un universo narrativo en el que se perciben elementos del realismo mágico garciamarquiano, no sólo por la forma como se torna en cotidiano lo fabuloso, y por la hiperbolización de la realidad (llevada a planos mágicos que se incorporan a la normalidad) sino también por la presencia de un personaje femenino (Carlota Yacup) quien, a semejanza de Melquíades, será la consejera de la protagonista, una viajera con una conocimiento enorme de las supersticiones de otros continentes, con extraños poderes para burlar el tiempo y la muerte, la cual conducirá a Natalia a construir un pueblo en un territorio perdido en la Costa Pacífica y sin referentes en la cartografía nacional: Nairadó, donde sus habitantes viven en la miseria y el analfabetismo. Pueblo que de la misma forma vertiginosa como alcanza su esplendor -convirtiéndose en ejemplo nacional de trabajo mancomunado y de sociedad libre de intrigas políticas y actos delincuenciales- será borrado por la furia del mar.

En la novela confluyen múltiples sucesos en los que evidentemente hay un derroche de imaginación. Sin embargo, por ese deseo de contar seduciendo todo el tiempo, muchos hechos maravillosos son presentados en forma tan vertiginosa que no logran, en ocasiones, crear las atmósferas adecuadas para que resulten creíbles al lector. De este modo, la verosimilitud se ve dislocada por la fugacidad. Así, por ejemplo, resulta increíble la solución a varios de los conflictos generados, como cuando ante el ataque masivo de gusanos gigantes al pueblo, se mencione someramente que llegaron del cielo unas hormigas voladoras que habrían de tragárselos, trayendo como consecuencia la propia muerte por envenenamiento.

Cabe destacar en esta creación narrativa su lenguaje altamente poético. Se encuentran aquí metáforas, símiles y distintos recursos estilísticos que tornan bellas las descripciones, tanto de espacios externos como de los estados anímicos de una mujer (Natalia), eje central del relato, cuyos actos amorosos y solidarios, e incluso su relación con la escritura, no parten del reconocimiento del otro, sino de desafíos y juegos que impone su narcisismo. A nivel estructural la narración se torna atractiva porque, alternados en capítulos, se cuentan los sucesos ocurridos, en distintos espacios, a la hija y la madre. A través de esta última, con sus desvaríos mentales y su condición de ama y señora del campo (“Tierra buena”), se efectúa una parodia del poder sustentado no en la razón, sino en el capricho y el despotismo.

En la obra subyace también una crítica a la miseria, analfabetismo y atraso cultural que se da en el campo y zonas marginales del país condenadas al olvido desde la gran capital. Del mismo modo (particularmente en el capítulo referido a los negocios del tío de Natalia) hay cuestionamientos a la corrupción y a la forma ilegal como muchos labran su fortuna a costa de la ignorancia, la resignación y la desgracia ajena. Esta lectura ideológica que se encuentra en el texto narrativo no requeriría, sin embargo, las intervenciones de un narrador que, ocasionalmente, comete el error de satanizar personajes que no siguen las conductas éticas y políticas de aquellos egos ficticios que si aspiran a la justicia y a la solidaridad. Estos últimos, acaso por su bondad, su amor desbordado y la transparencia de sus actos, reciben nombres de una inocencia increíble, como Américo, el poeta, o Angélica Corazón, la encargada de orientar la escuela en Nairadó.

El monologismo que desata la presencia de un narrador que no le da voz propia a sus personajes sino que, al fin de cuentas, termina manipulándolos para no poner en riesgo su visión de mundo, es una de las falencias de esta obra narrativa. Este factor, sumado a su carácter epigonal del realismo mágico garciamarquiano, la alejan un poco de las aspiraciones de la novela moderna, la cual, como bien lo plantea el teórico ruso Mijail Bajtin, debe ser polifónica, dialógica y aunque abierta a la intertextualidad (que permite relacionarla con textos literarios diversos, pero también con la misma historia y el contexto sociocultural) tiene que ser parricida frente a las influencias enormes del pasado, generando nuevas posibilidades narrativas o, almenos, novedosas exploraciones de las complejas paradojas y utopías de la condición humana.

LA POESÍA COMO CONTRACARA DE LA VIOLENCIA COLOMBIANA EN LOS VELOS DE LA MEMORIA, DE JORGE ELIÉCER PARDO RODRÍGUEZ

  Jorge Ladino Gaitán Bayona (Grupo de Investigación en Literatura del Tolima, Universidad del Tolima)     Ponencia del 13 de noviembre de 2...